
Feminismo”, dice el Pequeño Larousse, es la tendencia a aumentar los derechos sociales y políticos de la mujer”, definición, con todo lo simple que se la quiera, en la que hay algo de marcha ascendente, inevitablemente justa, hacia la verdad: mujer y hombre fueron creados iguales, debiendo entonces, al serlo, poseer idénticas prerrogativas y obligaciones. Se trata de una aspiración conforme a la razón, cuyo cumplimiento tiene que ser buscado por ambos géneros como requisito ineludible para la libertad humana.
Texto de Virginia Vargas, refiriendose al feminismo latinomericano 2oo2:
A fines de la década del ’60, una nueva generación de mujeres jóvenes dio origen a los movimientos feministas en las grandes metrópolis de Estados Unidos y Europa, que se conocieron como la “segunda ola”. Influenciadas por estas experiencias y por el contacto con literatura que provenía de los países centrales, muchas latinoamericanas –fundamentalmente de clase media- iniciaron la formación de grupos de reflexión (concienciación) y activismo por los derechos de las mujeres. Pero el movimiento en su conjunto nunca llegó a alcanzar la masividad que tuviera en los países centrales. “Inicialmente eran mujeres del amplio espectro de clase media; una parte significativa provenía de la amplia vertiente de las izquierdas, entrando rápidamente en confrontación con ellas por la resistencia para asumir una mirada más compleja de las múltiples subordinaciones de las personas y las específicas subordinaciones de las mujeres.”
Texto 2: Andrea D Atri ( femisnita joven argentina)
El surgimiento de estos grupos se dio en el marco de una aguda radicalización de l
a lucha de clases que, en el continente, se manifestó en el ascenso obrero y popular cuyas expresiones más destacadas fueron los cordones industriales chilenos, la semiinsurrección del Cordobazo en Argentina, las movilizaciones estudiantiles de las que Tlatelolco (México) puede considerarse la experiencia más aguda y la entrada en escena de numerosos movimientos de guerrilla urbana y campesina. Los grupos feministas, por tanto, se vieron envueltos rápidamente por la aguda lucha de clases en el continente que exigía definiciones y compromisos. Como señala Leonor Calvera en su historia del feminismo argentino: “En el sentido de los enfrentamientos, la marea de partidismo que nos circundaba no dejó de golpear fuertemente en el interior del grupo: reprodujimos viejos antagonismos tradicionales e inventamos otros. Los análisis tomaban cada vez menos a la mujer como eje y se
desplazaban hacia esquemas de clase.”

desplazaban hacia esquemas de clase.”
Estos pequeños párrafos, le

Camarada Shulla.
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